– Tu mano en el gatillo –

Dispárame ahora. Por qué esperar. Hazlo ahora. No quiero una última voluntad, no quiero una confesión porque mi voluntad y mi confesión me han llevado hasta aquí.

Así que dispara ahora, aprieta el gatillo de una vez. Que sea rápido, que sea certero, que muera en un momento, que no me vea sufriendo y desangrado, porque entonces no respondo de mí, entonces puede que lo vuelva a hacer, y confesaré todo lo que me ha llevado hasta aquí, hasta tu mirada atenta, hasta tu rostro hipnotizado.

Tu mano en el gatillo. Un milímetro más y lo habrás conseguido.

Deja un comentario